El sabor de Navidad

lunes, 29 de diciembre de 2008

Tu, nina, anda, recógeme ixas alpargatotas de tu hermano, corre, que las llevaremos a la plaza." Habían venido los traperos al pueblo aquel día, y mi madre me hacía recoger los alpargatotes viejos de casa para darlos al trapero, quien, en vez de dinero, algunas veces le cambiaba ropas viejas por naranjas "madres" o limones. Las naranjas y limones eran de temporada y no se vendían todo el año, ni en todas las tiendas como hoy. Las mandarinas eran todavía más exóticas.

La primera vez que comí mandarinas me puse como el quico - era yo una criaja de 7 u 8 años. Era después de la guerra, cuando Rafel, mi hermano mayor, hacía la mili en Cullera, y de permiso para Navidad había llegado a casa, como el Papa Noel, carreando un saco de mandarinas sobre el hombro. En el viaje de tren le habían robado la maleta, pero no aquel saco de fruta que logró permanecer intacto con él.

Una vez en casa, llenaron una caja vacía con las mandarinas, y allí expuestas en toda la gloria, menudo resplandor emanaban, y tentación que me provocaban. Mientras hablaban los mayores de las aventuras por Valencia, cogí una mandarineta en la mano, y me la quedé mirando, fascinada, como una pequeña Gollum. Mía, toda mía. Había viajado en tren. Tan perfectamente exótica era. Había venido de Valencia. Tan pequeña y tan fácil de pelar. Había visto el mar mediterráneo. Tan dulce y sin pipas. Nueve o diez de ellas me zampé seguidamente. Otra, otra, y otra. Una barrigueta llena y satisfecha de mandarinas. Las mejores Navidades de mi vida.


Ya te puedes imaginar cómo me carrañaron mis padres cuando se dieron cuenta, y cómo corría yo al día siguiente….! uy si zumbaba! Aún con todas las burlas que sufrí a manos de mis hermanos a raíz de este episodio, tengo el recuerdo de un oasis de delicia en un momento cuando pasábamos bastante hambre. Esa buena memoria usurpó cualquier risotada o colitis que tuve.

Durante estas fiestas, si ves que te sobran mandarinas y champán, y quieres conservar el sabor de Navidad y Noche Vieja en un tarro, esta receta de mermelada es perfecta. (Como plus, llenará la casa con un aroma a mandarinas por 2 o 3 dias). Y si no habéis probado la cava de Aragón, no esperéis - házlo este año, y disfruta, que merece la pena.

! Goyosa i Próspera Añada 2009 !

Mermelada de Mandarinas y Champán

Ingredientes

* 1 kilo de mandarinas peladas, sin pipas (reservar la piel de la mitad de las mandarinas).
* 750 g. de Azucar
* 1/2 litro de zumo de mandarina
* zumo de 1 limon (2, si son pequenos)
* 3 cucharadas de champán

1. Lavar las mandarinas y pelarlas. Cortar las pieles reservadas en tiritas finas.
2. Trocear la pulpa de las mandarinas, quitando todas las pipas para reservarlas. Poner la pulpa cortada en una perola, añadiendo el azúcar y zumo de mandarina. Cocerlo a fuego lento para que se disuelva bien el azúcar, sin quemar. Exprimir el zumo de un limón y añadir al almíbar. Añadir las tiritas de pieles a la perola y subir el fuego una chispa, a lento-mediano, dejando cocer 45-50 minutos. Removerlo constantemente.
3. Cuando haya reducido y empiece a espesar, haz una prueba con una cucharita de mermelada y un plato frio para ver si ha empezado a gelificar. Cuando haya llegado al punto de gelificación, retirar del fuego y quitarle la espuma de encima con una cuchara de metal. Añadir las 3 cucharadas de champán y remover.
4. Verter en tarros calientes, limpios y esterilizados, y cerrar bien. Hervir los tarros al baño maría 15 minutos.

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Este blog se ha estado cocinando desde el 2005.

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